Los viajes en ascensor pueden dar mucho juego.
Todo depende del tipo de ascensor, si es amplio, cuantas personas
lo ocupan, si el edificio donde está es alto y si no padeces claustrofobia.
- "El
apartamento" (1960)
con una Shirley MacLaine jovencísima y un Jack Lemmon que se enamora
perdidamente de ella, la ascensorista
- "La
cruda realidad" (2009)
con Katherine Heigl y Gerard butler
- "The
good wife". Es una serie de TV, de abogados, que la veo en inglés (con
subtítulos porque sino no pillaría nada)
- "Anatomía
de Grey" Otra
serie de TV donde abundan escenas de ascensores y donde está mi médico
favorito.
Faltaría en esta entrada una escena de la película "50 sombras de
Grey" donde
dice la frase "deja de morderte el labio o te follaré en el ascensor y me
da igual si entra alguien o no" pero en febrero de 2015 estrenaron la
película y dicha escena no aparece.
A cambio dejo aquí la que para mí es la mejor escena de ascensor, sacada del libro 50 sombras de Grey de E.L. James (en la película es mucho más corta y
no tan intensa)
"Recorremos el pasillo en silencio hasta el ascensor. Mientras
esperamos, levanto un instante la cabeza hacia él, que está mirándome de reojo.
Sonrío y él frunce los labios.
Llega el ascensor y entramos. Estamos solos. De pronto, por alguna
inexplicable razón, probablemente por estar tan cerca en un lugar tan reducido,
la atmósfera entre nosotros cambia y se carga de eléctrica y excitante
anticipación. Se me acelera la respiración y el corazón
me late a toda prisa. Gira un poco la cara hacia mí con ojos
totalmente impenetrables. Me muerdo el labio.
—A la mierda el papeleo —brama.
Se abalanza sobre mí y me empuja contra la pared del ascensor.
Antes de que me dé cuenta, me sujeta las dos muñecas con una mano, me las
levanta por encima de la cabeza y me inmoviliza contra la pared con las caderas. Madre
mía. Con la otra mano me agarra del pelo, tira hacia abajo para levantarme la
cara y pega sus labios a los míos. Casi me hace daño. Gimo, lo que le permite
aprovechar la ocasión para meterme la lengua y recorrerme la boca con experta
pericia. Nunca me han besado así. Mi lengua acaricia tímidamente la suya y se une
a ella en una lenta y erótica danza de roces y sensaciones, de sacudidas y
empujes. Levanta la mano y me agarra la mandíbula para que no mueva la cara. Estoy
indefensa, con las manos unidas por encima de la cabeza, la cara sujeta y sus
caderas inmovilizándome. Siento su erección contra mi vientre. Dios mío… Me
desea.
Christian Grey, el dios griego, me desea, y yo lo deseo a él, aquí…
ahora, en el ascensor.
—Eres… tan… dulce —murmura entrecortadamente.
El ascensor se detiene, se abre la puerta, y en un abrir y cerrar
de ojos me suelta y se aparta de mí. Tres hombres trajeados nos miran y entran
sonriéndose. Me late el corazón a toda prisa. Me siento como si hubiera subido corriendo
por una gran pendiente. Quiero inclinarme y sujetarme las rodillas, pero sería
demasiado obvio.
Lo miro. Parece absolutamente tranquilo, como si hubiera estado
haciendo el crucigrama del Seattle Times. Qué injusto. ¿No le afecta lo más
mínimo mi presencia? Me mira de reojo y deja escapar un ligero suspiro. Vale,
le afecta, y la pequeña diosa que llevo dentro menea las caderas y baila una samba
para celebrar la victoria. Los hombres de negocios se bajan en la primera planta.
Solo nos queda una.
—Te has lavado los dientes —me dice mirándome fijamente.
—He utilizado tu cepillo.
Sus labios esbozan una media sonrisa.
—Ay, Anastasia Steele, ¿qué voy a hacer contigo?
Las puertas se abren en la planta baja, me coge de la mano y tira
de mí.
—¿Qué tendrán los ascensores? —murmura para sí mismo cruzando el vestíbulo
a grandes zancadas."